Sana tus heridas emocionales

¿Causas del trauma?

Las posibles causas del trauma son muy variadas. Suele darse en situaciones altamente estresantes como, por ejemplo:

Aunque estas causas no son las únicas que pueden dejarnos un trauma en nuestras vidas. También se pueden dar en situaciones que objetivamente no se valoran como extremas, pero que nosotros las percibimos como tal. Y en esta última frase está la verdadera clave del porqué del trauma. No cuenta tanto el hecho en sí mismo, sino la percepción que nuestra mente haga del este.

Cómo te afecta el trauma emocional

El trauma puede afectarnos en muchas áreas de nuestra vida. De nuevo, dependiendo de cómo nuestra mente y nuestro cuerpo lo haya registrado, se darán unos efectos u otros.

Uno de los mecanismos de defensa que tiene la mente, según el psicoanálisis y otras ramas de la psicología para protegerse del trauma, es el “olvidar”, entre comillas, la situación que lo provocó. Y digo entre comillas porque, esa memoria no ha desaparecido, sino que se encuentra oculta y bloqueada en algún punto de nuestra memoria. Y aunque de primeras pueda parecer una solución eficiente ante el sufrimiento que el trauma nos genera, la realidad es que, aunque nuestro cerebro haya decidido disociar lo que sucedió, nuestra emoción nos recuerda una y otra vez que seguimos heridos profundamente y que necesitamos sanar para proseguir el camino.

Tipos de trauma infantil

A partir de aquí me baso en conceptos e ideas del libro “SÁNATE” de la psicóloga holística Nicole LePera. Si no os habéis leído este libro os lo recomiendo encarecidamente.

Un ejemplo muy claro es donde alguna de tus figuras parentales cuando acudiste con una situación de tu vida en la que te habías sentido dañada, actuó ignorando tus sentimientos con frases del tipo “Intenta ser amable” “No es para tanto” “Eres demasiado sensible” … El problema aquí reside a que aprendes a “no molestar” con tus problemas a nadie de tu entorno ya que “No es para tanto” “Soy demasiado sensible” “Simplemente pondré mi mejor sonrisa”.

“Tu oír, ver y callar”. Con esta frase podemos entender que muchas figuras parentales decidieron, de manera inconsciente, que su responsabilidad terminaba con el simple hecho de alimentarte, pagar las facturas y poner un techo encima de tu cabeza. Cuando la realidad es que el niño necesita ser visto, escuchado y entendido. Esto suele desencadenar en personas que no tienen claro que camino escoger, no saben escucharse a sí mismas porque nunca fueron escuchadas y eso les genera una tremenda inseguridad a lo largo de su vida.

Este tipo de traumas los conocemos de sobra gracias al mundo del cine. Son aquellos padres y madres que reviven lo que ellos no pudieron experimentar a través de sus hijos. El ejemplo más claro suele darse en deportes de competición y en artistas. Esto provoca en el niño que crezca viviendo por y para su figura parental, en vez de poder vivir la vida que realmente desea. Al llegar a la etapa adulta suelen ser personas resentidas, indecisas y/o con una necesidad imperiosa de triunfar a toda costa.

Cuando tu figura parental no respeta tus límites como tu privacidad o incluso no es capaz de marcar unos límites claros en tu vida, lo que suele ocurrir es que el niño aprende que, o bien los límites son laxos y se relaciona con el mundo sin respetar los de los demás o bien se va al lado contrario y decide convertirse en una persona reservada y con sentido de la privacidad muy estricto.

Nosotros como niños aprendemos a regular nuestras emociones, así como otros muchos procesos, a través de la imitación de nuestro entorno. Por lo tanto, si nos hemos criado en un entorno que no tiene la capacidad de regular sus emociones de forma equilibrada, es muy probable que nosotros tampoco la tengamos.